¿TE ENCUENTRAS EN ALGUNA DE ESTAS SITUACIONES?
Llega la hora de comer y te pones cualquier cosa en el plato y sabes que no es lo mejor para ti, pero ya no tienes energía ni ganas de pensar.
No te gusta cocinar o bien te faltan ideas.
Después de toda una jornada de trabajo y de recoger a los niños, llegas a casa y no tienes ni idea qué preparar para cenar.
Te sientes pesada, hinchada, sin energía y desmotivada, con miles de tareas pendientes. Sabes que necesitas un cambio, pero no sabes cuál.
Ya no es como antes que podías comer cualquier cosa. Te das cuenta que la digestión existe y no tienes ni idea de qué es lo que te sienta mal.
Has tenido alguna crisis de salud (cólico biliar, nefrítico …) o tienes algún padecimiento crónico (hipertensión, sobrepeso, estreñimiento, problemas de piel, alergias …).
No pararías nunca de comer. Siempre tienes hambre y nada parece saciarte.
Estás siempre cansada y no duermes bien.
Te han dicho o crees que deberías eliminar el gluten de la dieta familiar y te cuesta incorporar este cambio en el día a día.